20 de abril de 2013

Sistema de Comercio Internacional


El comienzo del siglo XXI se ha caracterizado por un dinámico crecimiento del comercio y  la economía a nivel mundial, impulsado por la globalización y la expansión de la capacidad  productiva en muchos países en desarrollo. La economía mundial se ha visto afectada por una  serie de choques mundiales de la oferta y la demanda, que podrían acentuar la actual  incertidumbre. 


La intensificación de la incertidumbre económica y las mejoras en los países del Sur han hecho  resurgir el proteccionismo y la oposición a la globalización, y la preocupación ante las medidas de ajuste se ha exacerbado. 

Esta evolución del comercio internacional plantea problemas de grandes proporciones para  los países en desarrollo, junto con ofrecerles grandes oportunidades, que en su conjunto  constituyen el contexto para la evolución actual del sistema internacional de comercio, por lo que influyen en la medida en que este sistema y el de comercio contribuyen a la consecución de los objetivos de desarrollo acordados a nivel internacional, en particular los ODM.

Pese al nuevo dinamismo del Sur, el sistema internacional de comercio no basta por sí solo para hacer frente integral y eficazmente a los problemas mundiales, aunque la satisfactoria conclusión de la Ronda de Doha de negociaciones comerciales puede contribuir en gran medida a lograrlo.


La economía mundial y el sistema comercial internacional se encuentran en una etapa crítica desde el punto de vista del comercio y el desarrollo de los países en desarrollo, y el logro de los objetivos de desarrollo convenidos a nivel internacional, incluidos los ODM. Cuando ya ha transcurrido la mitad del período fijado para el cumplimiento de los ODM, que concluye en 2015, la realidad económica mundial actual -caracterizada por una inminente contracción económica, la crisis financiera, la crisis alimentaria, los altos precios de la energía y los productos básicos, el cambio climático y la migración- limita las perspectivas de desarrollo de los países en desarrollo, así como el sistema comercial internacional.


El éxito de la Ronda de Doha puede hacer una importante contribución al respecto. Por ende, como se señala en el Acuerdo de Accra, es esencial que todos los miembros de la OMC respeten y reiteren el  compromiso que contrajeron en el marco de la OMC en el sentido de promover un sistema  multilateral de comercio que funcione correctamente, que esté basado en normas, que sea abierto, equitativo, previsible y no discriminatorio y que promueva el desarrollo.

El surgimiento de un Sur dinámico en la nueva geografía del comercio exige una  adaptación acorde del sistema internacional de comercio. Varios países en desarrollo comienzan a perfilarse como propulsores regionales y mundiales de la producción y el comercio, tras lograr que su producción dejara de basarse en los recursos naturales y la mano de obra para basarse en el capital y la tecnología, y haberse convertido en centros mundiales de demanda. Aunque esta evolución ha provocado una cierta inquietud en algunas partes del mundo, ese Sur dinámico ofrece enormes oportunidades a la economía mundial. Asimismo, ha creado un potencial sin precedentes de creación de instituciones y cooperación Sur-Sur, orientadas a impulsar el comercio, la inversión y la cooperación económica Sur-Sur. Esa evolución ha modificado considerablemente la dinámica del comercio internacional y el sistema comercial, y exige una adaptación a la nueva realidad de la mentalidad, las políticas y el propio sistema comercial, así como de los sistemas de gobernanza en general.

Dada la lentitud del proceso multilateral, los acuerdos bilaterales de libre comercio y los acuerdos comerciales regionales siguen proliferando, y amenazan con fragmentar el sistema comercial internacional. La inclusión en los acuerdos comerciales regionales de normas que se aplican dentro de las fronteras se ha vuelto cada vez más común. Por consiguiente, las flexibilidades y el trato especial y diferenciado a los que podían acogerse los países en desarrollo en el marco del sistema comercial multilateral se han visto anulados en gran medida por los acuerdos comerciales regionales. En este contexto se ha empezado a observar un nuevo fenómeno: la participación de países de bajos ingresos en acuerdos comerciales regionales.

A esto se suma el hecho de que las economías emergentes y de mayores proporciones de los países en desarrollo de Asia y otras regiones suscriben cada vez más acuerdos comerciales regionales con los países desarrollados. Los acuerdos comerciales regionales no sólo aportan beneficios, sino que también tienen consecuencias sistémicas para el sistema multilateral de comercio. Además es posible que los países en desarrollo con limitado poder de negociación se vean privados de los beneficios que podrían derivarse de un sistema multilateral de comercio que funcione a cabalidad.

Cabría admitir que, a pesar de sus importantes contribuciones, los acuerdos comerciales no son suficientes, por sí solos, para hacer frente en forma amplia y eficaz a los problemas mundiales, que son profundos y de largo alcance y que afectan en concreto a la economía y las necesidades humanas. La política y el sistema comercial deben enmarcarse en un sistema amplio de gobernanza económica mundial. Por lo tanto, resultan esenciales una mayor coherencia entre los diferentes estratos y sistemas de la gobernanza económica global en los niveles nacional, regional y mundial y un desarrollo, un comercio e inversiones, finanzas, política monetaria y tecnología acordes. La dimensión de desarrollo debe estar presente en todos sus componentes.

En ese contexto, es preciso explorar mecanismos de cooperación nacional, regional y mundial que sean innovadores, estén fundados en la solidaridad y en una perspectiva original de desarrollo, sobre todo en las esferas de la energía y la seguridad alimentaria. Los gobiernos pueden desempeñar un destacado papel de Estado propiciador en la adopción de políticas proactivas. La cooperación intergubernamental Sur-Sur, Norte-Sur y Norte-Norte, regional y mundial, podría ser fundamental. La cooperación intergubernamental podría extenderse a entidades no estatales, sobre todo al sector empresarial, entre otras cosas para corregir las distorsiones del mercado y las prácticas anticompetitivas con el fin de fomentar la rendición de cuentas de los agentes empresariales y permitiría a productores y consumidores beneficiarse de la liberalización del comercio.

Los mecanismos de funcionamiento del sistema comercial multilateral deberían ser objeto de una atenta reflexión. La concertación de acuerdos en el marco de la OMC, que actualmente cuenta con 153 Estados miembros, exige más que nunca tomar plenamente en cuenta sus variados intereses y prioridades. La diversidad cada vez mayor de los miembros, incluso entre los países en desarrollo, aumenta aún más la complejidad de los cálculos globales para lograr equilibrios en las negociaciones. También es necesario velar por una mayor inclusión y transparencia, mediante la aplicación en las negociaciones de un enfoque ascendente dirigido por los miembros. A pesar de las dificultades, el sistema comercial multilateral sigue siendo un pilar fundamental del sistema comercial internacional, y desempeña un importante papel en la promoción de los intereses de los países en desarrollo. Una conclusión de la Ronda con resultados equilibrados y orientados al desarrollo, combinados con una ambiciosa Iniciativa de Ayuda para el Comercio, es una contribución necesaria al logro de los ODM.




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